
Azulmalena
La felicidad
La felicidad es así… “te quiero”… tengo sueño.
te peino, me despeinas.
Fue hace mucho, no sé cuándo, no sé dónde,
había cielo, un cielo simple,
había un pueblo, había abuela…
olor a mandarinas, a brasas, a ceniza y madreselva…
Pero… ¿era así?… ¿dónde está?
¿dónde se perdieron mis pasos? ¿cuándo?
¿en qué rayuela?
Tal vez sí, la felicidad fue una muñeca negra
Tomasa se llamaba y era negra,
muy negra la Tomasa, con un pelo casi azul de tan negro
con unos aros brillantes que bailaban
en sus pequeñas orejas de muñeca negra.
no hablaba… sólo reía,
con todos sus dientes, como una reina.
La felicidad… se va, vuelve,
titubea, se queda
se rompe, se quiebra, se desata en lágrimas…
a veces, se nos pierde,
a veces se encuentra.
Dame la mano, cuidado, despacito,
creo que ahí, sí… ahí está ella.
Mi padre tras la lluvia
Mi padre ocupó el sitio de la lluvia,
el mismo de aquella tarde de verano intenso
cuando, sentados junto al pasamanos,
la contemplábamos sin sentirla caer…
Era como un tren que nunca
terminaba de pasar…
que iba creciendo
sobre otros árboles.
Más tarde, un crepúsculo prematuro
creció en medio del silencio…
Llegó la noche en nuestra casa,
anticipada, presurosa,
y el despiadado ritmo de la lluvia
columpió en sus hojas los aromos viejos.
…Y yo me acordé de los meses de calor,
de las siestas largas,
de la ropa pegada al cuerpo,
del dibujo de los charcos en el patio
y de los ojos de mi padre, quietos…
perdidos en el laberinto de la lluvia.
Contacto (María Adela Alasino)
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